Un día de semana tarde casi media noche te llenas de ansiedad y sentís que no vas a
poder dormir si no haces algo para aliviar eso que se llama “jueves a las 12”.
Te animas y salís de la cama en pijama. Te emponchas y
caminas 5 cuadras hasta llegar a la heladería más cerca de tu casa. Entras y pedís
¼ en pote, porque el conito caminando se te va a derretir
y no vas a querer llegar con el final a tu cama. Pedís los 3 gustos mejores de tu
vida a lo que el heladero te contesta: ¿Para llevar o ir comiendo?
Con orgullo contestas que es para ir
comiendo.
Solo una persona desalmada e insolente se atreve a poner no una,
si no dos cucharitas en el pote.
¿Es necesaria tanta crueldad? porque si soy una, porque me
pones dos cucharas. No me importa que maten delfines en corea o que torturen
gente por trabajos mal pagos, que los
talles de ropa sean todos 1-2 y siempre tenga que usar calzas porque
los pantalones me aprietan. Lo que me pone realmente mal es que el helado al igual que las promociones de
personal sean todas pensadas para dos cuando cuando somos muchos los unos.
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